El término piada se hizo oficial gracias a Giovanni Pascoli, quien italianizó la palabra romana piè en este término. En uno de sus famosos poemas, el poeta elogia la piadina, un alimento casi tan antiguo como el hombre, y la define como el pan nacional de los Romagnoli, creando una combinación indisoluble entre Piadina y Romagna. Sin embargo, sus orígenes comienzan mucho más lejos. Ya en la época de los etruscos, en las zonas de la actual Romaña, se han encontrado rastros del uso de un sustituto del pan elaborado con harina cruda, cereales y de forma circular.
Durante la época romana son numerosos los testimonios del uso de sucedáneos del pan, elaborados con cereales crudos y acompañados, como en la actualidad, de quesos. La tradición de Piadina ha continuado a lo largo de los siglos, redescubriendo su desarrollo en la Edad Media, cuando los habitantes de Romaña comenzaron a utilizarlo con cereales pobres para no incurrir en los impuestos a los que el grano (y por lo tanto el pan) estaba sujeto por el terrateniente.
En 1913 Maria Pascoli preparaba la piadina para su hermano poeta mientras que, en el periódico Il Plaustro, Antonio Sassi podía definir el tradicional y sabroso schiacciate de la familia Romagnoli. El poeta crepuscular Moretti también dio su propia versión poética: “La piada era la piada: era pan, Stacciava rítmicamente sobre la tabla de cortar blanca” en uno de sus numerosos poemas dedicados a la Romaña.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Piadina Romagnola se extenderá tanto en el campo como en las ciudades, y ya no será considerada un sustituto del pan sino una alternativa codiciosa. A partir de los años setenta las envolturas caseras irán acompañadas de las de producción artesanal, creadas por los kioscos que comienzan a abrirse en el paseo marítimo y en los primeros talleres.