Tiempo de lectura estimado : 1 Minuto, 45 Segundos
Los vincisgrassi tienen su cuna en la provincia de Macerata, pero también están muy extendidos en la de Ancone y en la Pesarese donde, en Cartoceto, también se les dedica una fiesta el primer domingo de junio.
Historia de la vincisgrassi
Historia de la vincisgrassi

Vincisgrassi es un tipo de lasaña muy particular aromatizado con una rica salsa que le da un sabor inconfundible. Sin embargo, la lasaña boloñesa se diferencia como condimento del vincisgrassi, al menos en comparación con las preparadas según la receta original y no según ciertas versiones actuales que han diluido parcialmente su singularidad.

Una historia divertida, que ha echado raíces y que es contada regularmente por quienes se han ocupado de la cocina de las Marcas, quiere que este plato tome su nombre del general austriaco Windisch-Graetz. Llegó en 1799 a Las Marcas al frente del ejército austrohúngaro para arrebatar Ancona a los ejércitos napoleónicos que la habían arrebatado del dominio de la Iglesia, tuvo, según cuenta la leyenda, un auténtico shock por esta pasta sazonada por expertos, tanto que fue conquistado por ella para siempre. Sin embargo, hay algún autor que insinúa una duda: no fue un cocinero local quien lo preparó, sino uno de los cocineros que seguía al oficial. Pero no fue así.

No hay duda de que los vincisgrassi son un manjar que tiene sus raíces en la antigua tradición culinaria de Macerata y Marche y que, por lo tanto, debe haber existido antes de la llegada del general. Sin embargo, nada resta valor al hecho de que estaba extasiado, convirtiéndose en un catador codicioso y contribuyendo así a la difusión del rumor popular que lo vinculaba con el plato. Por tanto, la palabra vincisgrassi no sería otra cosa que la corrupción -a través del nombre del alto funcionario austríaco- del término original "princisgras". ¿Y de qué deriva esto último? No es fácil de responder. Sin embargo, se puede aventurar una conjetura: al ser un tipo de lasaña ricamente condimentada, alguna vez podría considerarse un plato digno de un príncipe o, mejor, capaz de hacerlo engordar, es decir, bien alimentado. Después de todo, basta con probarlo para convencerse de que esta no es una hipótesis tan extraña.