Uno de los postres italianos más reconocidos es el legendario tiramisú. Puede habitar tanto en la carta del restaurante más modesto como en uno de los más prestigiosos del mundo. Sobre su creación existen tres versiones: una en el siglo XVII, otra en los burdeles del Veneto en los años 50 y una última en los 70 de la mano del pastelero Roberto Linguanotto. Con el paso de las décadas, su gran aceptación disparó la creación de infinitas variantes.
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Conoce la historia del tiramisú, sus variantes y propiedades
Conoce la historia del tiramisú, sus variantes y propiedades

Con sus seductoras capas de crema y bizcochos bañados en café o licor, el tiramisú es uno de los postres más aclamados de la gastronomía italiana. Si bien no está establecido con exactitud dónde y cuándo se creó ni quién fue su inventor, hay tres referencias que indican cuál pudo haber sido su punto de partida. 

Durante el siglo XVII, el Gran Duque de Toscana, Cosimo III de Medici, debía visitar la ciudad de Siena, y como se conocía que era una persona muy golosa, prepararon un postre en su honor. A ese postre lo denominaron “Zuppa inglese”, “Zuppa del duca” o “Sopa del Duque”.  El duque se llevó este plato en su regreso a la corte de Florencia, y la hizo famosa. Esta receta llegó a Treviso y a Venecia, donde se transformó en el dulce preferido por los cortesanos, que le atribuyeron propiedades afrodisíacas y solían comerlo antes de un encuentro amoroso.

La segunda versión sitúa la aparición del tiramisú en los burdeles del Veneto, durante los años 50 del siglo XX. Allí la madame ofrecía un dulce a los visitantes diciendo las palabras: Anda, toma cariño, que te doy una cosa que “te tira su” (“tirar arriba”). Hasta que en 1958, la senadora y diputada socialista Angela Merlin consiguió promulgar una ley que abolía los prostíbulos. A partir de allí, este postre empezó a ausentarse, hasta que fue recuperado por Alfredo Beltrame, cuando lo incluyó en 1968 en la carta de su cadena de restauranes llamada Toulá, en Treviso. Aquella receta tenía huevos y azúcar batidos, bizcochos mojados en café y cacao en polvo encima de la superficie.

La tercera de las versiones más aceptadas sobre el inicio del tiramisú es la del pastelero Roberto Linguanotto, un trabajador del restaurante “Alle Beccherie”. Según dicen, la propietaria del lugar, Ada Campeol, le pidió que elaborara un nuevo postre. Ada estaba en el período de lactancia de su hijo y su suegra solía darle café, huevos y bizcocho para reponer energía. Con esos tres ingredientes, la dueña del restaurante pensó en crear un postre y le solicitó ayuda a Linguanotto, a quien se le ocurrió añadirle nata montada, queso mascarpone y mantequilla. 
Hay también otras historias, que indican que en el siglo XIX le obsequiaron al primer ministro de Italia, Camilo Covour, un bizcocho con sabor a café y chocolate. Algunas personas aseguran haber comido en los años 50 un postre con estas características en un restaurante de Treviso, al que llamaban “Coppa Imperiale”. Mientras que otros dicen que el inicio de este exitoso dulce se dio en los años 60 en Carnia, una región de los Alpes orientales, con el impulso de una señora llamada Norma del Fabbro, en el Albergo Roma de Tolmezzo.

Lo verdaderamente cierto es que los ingredientes infaltables del tiramisú son los bizcochos, el café, la crema o mascarpone, el cacao en polvo y siempre debe dejarse enfriar bien para que sus ingredientes se asienten y tenga consistencia. Otro aspecto esencial es mantener las capas de bizcocho y crema, pero también existen alternativas donde se le agrega frutas, mermelada o se remoja los bizochos en amaretto, ron, brandy o vino marsala en lugar de café.

Además de ser delicioso, el tiramisú contiene propiedades excitantes y hasta afrodisíacas, gracias a la inclusión del café y el cacao y provee un gran aporte energético al contener huevo -rico en proteínas- y azúcar. Actualmente sigue siendo uno de los postres de cuchara más consumidos en el mundo, debido a que su exquisito sabor es ya una tradición y las innovadoras recetas que surgen y lo van actualizando, hacen que no pierda vigencia.